Alma Parte I

Alma abrió los ojos y vio la pintura que tanto la intrigaba. Los tonos, la textura y de forma sobresaliente el juego de luz y sombras azules que se comunicaban ante sus ojos la podía embelezar por horas. De nuevo se encontraba en la misma habitación, la primera vez que la recorrió lo hizo con miedo, con ese miedo a lo desconocido que te paraliza pero también te invita a seguir por la curiosidad enorme que te inspiran las sorpresas que te puedes llevar. Ahora después de ir descubriendo poco a poco las paredes, los muebles, los espejos ya se sentía con cierta soltura en la habitación, capaz incluso de aventurarse e ir más allá.

Se tomo unos cuantos minutos contemplando la pintura azul, su luz y sus sombras. Medito sobre lo importante que son ambas para que la pintura fuera así: impactante. Reconoció su luz, admiro sus sombras.

Abrió la ventana, nunca antes lo había hecho, descubrió un pequeño balcón cuyas barandas plateadas le impedían llegar a un jardín inmenso, en cuyo centro se encontraba una estatua descomunal, le pareció reconocer en ella algo familiar, tal vez el desorden de sus formas le recordaban el desorden en sus pensamientos o quizás era que se encontraba tan solitaria como ella.