Siempre he sentido mucha afinidad con las letras del maestro Sabines, como que si ellas fueran descubriendo cada sentiemiento oculto dentro mi piel. Como si tomarán vida propia en mí, en mi mente, en todo mi ser. No sé, desconozco por completo, sí ese señor lejano con mirada envejecida y sonrisa jovial, haya sido algún tipo de vidente en este corazón de pollo que tengo o diría él de rana saltarina.
Es que ahora recordando, se me viene a mi vida uno de esos poemas favoritos ( desconocido para algunos) que describe exactamente los sentimientos obscuros, incomprendidos y desolados que se guardan ahí adentro, en lo más profundo,en donde casi nadie se atreve a entrar...
Nada. Que no se puede decir nada.
Déjenme hablar ahora; no es posible.
Quiero decir que eso, que lo otro, que todo
aquí me tiene muerto, medio muerto, llorando.
Porque nos pasa a veces, nos sucede que el mundo
-no solo el mundo- se complica, se amarga,
se vuelve de repente un niño sin cabeza,
idiota, idiota, idiota.
Y el café ya no sirve, ni el cigarro
ni hablar de soledad, de insomnio, de locura,
ni lamentar a voces el corazón de rana que uno tiene
en el pecho,
ni el sollozar tan largo que nadie nos escuche.
Es cierto que la paz, que el equilibrio,
que el cielo puro y tonto, es cierto, es cierto.
Pero si soy este que soy ¿qué queda?
No es que alguna mujer - puede que sea-
Nos haga falta ahora.
(Una mujer. Quién sabe. A veces nos ocurre
pensar que estamos solos.)
Es que el día renace
es que la noche sobrevive.
Es que mis ojos,lejos, en un frasco
-peces de luz entonces, devorando-
Hay muchas cosas que no alcanzo.
El frío ¿pero que cosa alcanzo?
No miro ya. no toco. No he llorado.
Mentira que yo llore. No es posible.
No se puede decir nada ni tanto.
El frío. El frío aparece, sí,
una viuda llorando.
Y para colmo, este hombre atormentado
se atreve a nacer en Chiapas. Y yo pobre tonta, me atrevo
a vivir imaginariamente en su tierra.
Que extraño vinculo descubró con sus letras, él ahora metros bajo tierra y yo arriba metros y metros en ella.
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