Tal vez fue el miedo a mostrar todo, tal vez era el momento que estaba pasando, tal vez, tal vez...
Pero ahora ya estoy de vuelta y quiero echarme una zambullida en esto de la prefelicidad. Así lo he llamado. Eso que esta formado por todos esos miles de instantes en los que has estado tan cerca de la felicidad plena que casi la puedes tocar con la yema de los dedos; de aquella sensación tan extraña de ansias locas de ser pleno, alegre; de poder alcanzar o superar cualquier cosa; y en la que los problemas solo son para resolverse, para diluirse entre tanta determinación y alegría. Generalmente esa sensación viene acompañada de cierto tipo de enamoramiento, porque no hay que olvidar que la única energía que acompaña al hombre y que lo hace ver el mundo de colores y que lo hace cantar sin tener voz, bailar bajo la lluvia o reír a carcajadas sin razón aparente, y que sintetiza miles de sentimientos es esa palabra que todo mundo trae en la boca y en lo profundo del corazón (como rana saltarina arrítmica). AMOR. Entonces pues, esa sensación de tener todo lo que necesitamos en la palma de la mano y puff de repente nos empeñamos a deshecharla, a ignorarla, a sacudirla, a tirarla y en cambio nos conformamos con ponernos el caparazón de nuevo, de cerrarnos básicamente por miedo (como lo había dicho anteriormente ). ¿Miedo a que? Pues miedo primeramente a que lo que estamos viviendo sea un sueño y que solo exista en nuestra imaginación, miedo a pensar que solo nosotros vemos el mundo color de rosa, miedo a que los demás nos juzguen locos por todo aquello que queremos hacer, gritar o amar. Miedo profundo de tener algo genial y no ser dignos de ello. Miedo de demostrar, de besar, de acariciar, de sonreír, de mirar, de esperar y de tener fe. No nos la creemos que la felicidad existe y nos empeñamos a mancharla con distancias, con inseguridades, con peros y hubieras. Si pudiéramos ver que estamos llenos de posibilidades de vivir momentos intensos y hermosos si quisiéramos. Pero nos obligamos a no querer ser felices, le tenemos miedo al después, evadimos a la felicidad completamente por el temor de acostumbrarnos a ella y en determinado momento ya no tenerla.
Es irónico pensar que los únicos que nos hacemos incompletos somos nosotros mismos, y después nos quejamos amargamente porque luego viene de nuevo la armadura e inventamos culpables, que el tiempo, que las circunstancias, que el destino...
Conozco la sensación tan bien. El hecho de aferrarnos a un pasado (hermoso sí, pero que ya fue) y que no podamos ver lo que el hoy nos ofrece. Dure mucho tiempo aferrada a mi DULZURA DORMIDA EN EL RECUERDO, ese mi primer amor, que me olvide ver los nuevos ojos que se me presentaban en el camino, deje ir muchas caras amables y manos hermosas, deje ir tantos momentos bellos... solo por atesorar esos que ya no se repetirían más. ¿Que fue lo que gane? Nada, perder tiempo y evitarme instantes mágicos con otras personas. Todo por el miedo a volver a arriesgar.
Entonces queda claro que la prefelicidad como su nombre lo dice es para vivirla antes de la felicidad plena y que el quedarnos ahí eternamente nunca nos llenará, y que al contrario, nos perjudicará al hacernos cobardes por no seguir los impulsos de nuestro corazón, conformistas por no arriesgarlo todo, por no aventarnos a ese acantilado de emociones que nos hacen vibrar al seguir una lucecita de amor.

Comentarios

Principe Maktub dijo…
Alejandrilandia...

YNTMEMV OK?

Tienes toda la razón, a veces ese conflicto de volverse a atrever se debe básicamente a las experiencias antes vividas, la mayoria de las personas han sendito ese todo que los hace vivir, ilusionarse, y que de repente por dejar de cultivar ese todo, todo se esfuma y te queda la sensación de frustración...

Y al volver haber una chispa de ese todo, viene ese miedo de arriesgarse, pero a veces es lo bonito, solo es cuestion de saberlo sobrellevar y enfrentar cuando sea necesario, y porque no ARRIESGARSE de nuevo.

Muchas vecess ese miedo de perdida es bueno para seguir cultivando el TODO, porque en ocasiones lo dejas morir solo porque estas seguro que nunca lo perderas. Y es el primer error que podemos cometer.
Anónimo dijo…
ay no manchen que cursis de plano
Anónimo dijo…
si tienes toda la razon, estos mensajes son aburridos que flojera me da.....
Anónimo dijo…
En pro de evitar una huelga de escritura de mi amiga Alecita... jajaja, no... en vdd lo prometì, asì que aqui esta mi comment :D... de todo corazòn.
Creo que la palabra clave de todo esto de la prefelicidad es: MIEDO. A veces los miedos son necesarios, pues nos impiden hacer locuras y ser sensatos... pero que hay de los que no nos dejan actuar, las mortales dudas; no es solo que a veces prefieras abrazar el pasado porque tuvo sus dìas maravillosos... a veces es lo contrario (mi caso), por lo que ya te pasò antes, tienes pavor a arriesgarte a ser feliz porque hay pavor de que te pase lo mismo, y no terminas de convencerte.
Creo que este es un tema que aunque cualquier persona lo niegue... todos se han enfrentado en algùn momento a los miedos que no nos dejan pasar de la prefelicidad
:(... me gusto mucho tu artìculo Ale :D.