Alegrame el día, corazón


A veces la alegría se me escapa de entre el pecho y la mirada, cual golondrina asustadiza, huye de mí, se espanta y no aparece en horas. Yo no tengo más remedio que esperar su regreso, me he acostumbrado a sus vaivenes, a su ritmo. Sé que regresará como tantas veces, así que le doy su espacio y tiempo para que cuando vuelva sea desbordante y colorida. Para que me marque con su sonrisa.

Más sin embargo, quisiera que me prestaras en ese tiempo la tuya, que me acompañaras a esperar sin desesperar. Que me compartieras tus sonrisas, tu mirada, tu guarida. Que apaciguarás esta incertidumbre con el latido de tu corazón. Pero no me malentiendas no quiero ser prisión, ni laberinto, ni causa de desasosiegos. Tampoco quiero que sea por obligación, solo quiero que me alegres el día, corazón. Tal vez, es demasiado, quizás muy egoísta. Así que olvídalo, borra estas letras, borra estos silencios, borra estos momentos. No pasa nada, que allá a lo lejos se ve mi alegría.


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