Extraña euforia de miércoles

Hoy amanecí con la sonrisa del arcoíris en los labios, el brillo del sol en mi mente. Desperté con el dulce sabor de la alegría de vivir, con las ganas de escribir una carta  a mi futuro explicándole todo lo bien que se debe de portar.

Hoy día miércoles  veinte y tantos de un mayo, no paro de jugar con mis pies. Río y respiro el aire fresco y veo los milagros que suceden a mi alrededor: el canto del ruiseñor, el vuelo de la mariposa, las diferentes formas de las nubes, los rostros que me sonríen una y otra vez, los acordes armoniosos que brotan de mi corazón sin siquiera saber una pizca de música. Podría sonar cursi, pero que importa. Hoy no importa.

El tiempo a la vuelta del corazón realmente pierde sentido. Si existen ausencias, si hay sombras, si hay tristezas y huecos vacíos. Más sin embargo, hoy el sueño del miércoles se apoderó de mi. De ese sueño que me inyectó de tus ojos ausentes, de ese olvido de ti y de mi. Tal vez anoche no pude nombrarte y no viniste a perturbarme y a quitarme mi luna azul. En mi ventana solo se escurren los rayos del optimismo, ese ingenuo que pretende durar por siempre aunque sabe muy bien que quizás mañana perecerá.